ᴛʀᴀᴍᴀ ɪ
𝕬𝖘𝖊𝖘𝖎𝖓𝖆𝖙𝖔 𝖊𝖓 𝖑𝖆 𝖈𝖔𝖗𝖙𝖊
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Con motivo del vigésimo aniversario de la coronación del rey James V, todos los nobles fueron invitados a la corte real de Su Alteza para celebrar y brindar por su reinado.
De los nobles era de esperar que brindaran por su salud y por un largo reinado, así como que renovar el juramento de lealtad al rey, y la dinastía de los D’Anglevoix.
Mientras tanto, disfrutarían de la música de los mejores artistas de Durkheim, de los majestuosos platos preparados especialmente para ese día tan importante y de todo cuanto quisieran. Aquel día la corte era para el deleite y disfrute de todos los súbditos. Pues también los plebeyos han recibido monedas de oro para aliviar sus preocupaciones, administradas por las iglesias locales bajo las órdenes directas de Su Eminencia el Cardenal Miller.
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A medida que aumentan los invitados, la corte entera se envuelve en el deleite y disfrute de los placeres terrenales. Entre la música y los bailes, algunas miradas parecen dirigirse hacia el rey y su tío, ya que ambos no se han separado desde el inicio de la velada. Durante toda la noche el duque de Rotherwood se ha quedado tras el trono de su sobrino, susurrando en su oído. Nadie, ni si quiera la reina, sabe qué palabras se han estado intercambiando. Y eso ha despertado la inquietud de algunos nobles.
No es secreto de la grande influencia que tiene Rotherwood sobre el rey, y eso molesta a muchos, aunque nadie se atreve a decir algo sobre ello.
La velada continúa con más música y bailes, las bellas damas de la corte se mueven grácilmente y muchas de ellas captan la atención de los hombres.
Nadie era consciente de que el ángel de la muerte se encontraba dentro de las paredes del castillo.
Las puertas del gran salón se abrieron para dar paso a los postres y dulces, pero en vez de eso apareció el mayordomo apuñalado varias veces en el abdomen, con sangre saliendo por su boca y empapando sus prendas. El rey se levantó bruscamente de su trono al verle, la música paró de golpe y todos los presentes se asustaron al ver al hombre herido. Cayó al suelo, muriendo al instante.
Muchos se acercaron al hombre, entre ellos Rotherwood, quien encontró una carta de juego con la figura del rey partida en dos, con la cabeza separada del cuerpo. Una amenaza para James V. Pero, ¿de quién?
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El asesino sigue dentro del castillo, nadie sabe dónde o si volverá a intentar a asesina a alguien, así por precaución todos los nobles son escoltados por guardias hacia sus alcobas. La reina logra divisar una sombra entre los pasillos, dando inmediatamente la voz de alarma. En cuestión de segundos el hombre encapuchado es rodeado por soldados de la guardia real, pero en el último momento decide quitarse la vida para no revelar información sobre quién le había enviado.
Aunque el rey y su tío tienen algunas sospechas, no quieren alarmar a nadie.
Al día siguiente el asesino fue enterrado en una fosa común sin nombre, mientras que el cuerpo del mayordomo fue enviado a su familia para honrarle con un funeral antes del último adiós.
Por orden del rey, mientras él se encuentre en la corte real, queda prohibido desenvainar la espada. Solamente la guardia real tiene permiso para ello. Aquel o aquella que desenvaine la espada en presencia de su alteza, será castigado con la horca. Así se ha hecho saber a todos los nobles.
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